FeUna de las cosas que más me llaman la atención al ver las montañas es la neblina que se forma en la cima, me encanta, ver esto crea en mí unas ganas irracionales de llegar y tocarla, de explorar esa montaña.
El Cerro Gaital es uno de esos que llaman grandemente la atención. Cuando se llega al Valle de Antón, es posible verlo desde casi cualquier punto. Forma parte de las “Tres Marías” pues se encuentra en medio de Cerro Pajita y Cerro Caracol. Sí, el Cerro Gaital es el más grande de los tres e incluso es el más alto del Valle de Antón ya que tiene 1185 metros sobre el nivel del mar y 335 hectáreas.
Hace algún tiempo intenté subirlo por un trillo que dicen se encuentra por delante del cerro, por el Primer Ciclo de El Valle, nunca lo encontré y quedó pendiente la visita. Fue hasta hace poco que con unos amigos con ganas de todo, llegamos a la cima del Gaital.
Para empezar hay que llegar hasta el Valle de Antón y luego desplazarse hasta la comunidad de La Mesa, para eso es posible hacerlo en carro 4×4 o tomando un taxi doble cabina, aunque también hay buses de La Mesa que te dejan cerca.
El camino empieza en la caseta de ANAM en donde generalmente se paga 2 dólares por la entrada, puesto que esta área es un Monumento Natural, pero al parecer en los días de semana no hay nadie en la caseta, así que subimos sin pagar.
Cabe destacar que el sendero estaba limpio y muy bien acondicionado, incluso nos encontramos con dos personas que limpiaran a rastrillos quitando las hojas para dejar limpio el sendero. Apenas empezamos a caminar vimos epifitas variadas, bananas rojas, zamias, hongos por las esquinas, heliconias, papos gigantes, begonias silvestres, mucho musgo, helechos por doquier y muchos letreros de prohibiciones, asimismo escuchamos el cantar de distintas aves. Se dice que en este cerro se puede encontrar la rana dorada y unas 100 especies de orquídeas, incluyendo la flor nacional (Perisferia Elata)
En el camino hay 3 estaciones antes de llegar a un mirador, en donde se puede descansar o aprovechar para merendar, hay bancas, y se disfruta del dosel de los árboles del bosque nuboso y húmedo premontano.
Antes de dirigirnos a nuestro destino, estuve averiguando si era necesario subir con un guía experimentado y si el camino estaba marcado. Obtuve muchas respuestas pero finalmente tomamos el riesgo de subir sin guía, que después de todo no nos hizo falta ya que el sendero está muy bien marcado hasta el mirador que se encuentra tres minutos luego de pasar la estación de las Heliconias y hay un letrero que lo recalca.
Recomiendo enormemente que si visitas el Monumento Natural Cerro Gaital con niños o adultos mayores, personas con problemas cardiacos o de vértigo, deben quedarse en el mirador pues después de pasarlo, el camino se torna un poco difícil.
Y fue allí donde empezó lo bueno. La vista en el mirador es eminente, se ve gran parte del cráter del Valle de Antón, algunas de las montañas que lo rodean, también se ve la finca Avícola ToledanoLa brisa soplaba fuerte, nos balanceábamos en la estructura de madera que es el mirador, y buscábamos camino pues nos parecía increíble que hasta allí llegara el Gaital. Montaña arriba se divisaba algo parecido a una varilla, como para una bandera, se veía bastante lejos, no perdimos tiempo y tomamos camino.
Max como siempre de adelantado nos llevaba espacio caminado y lo veíamos luchando con Karla para subir un camino rocoso y empinado. Cuando llegamos a este lado ya la neblina nos alcanzaba, parecía que iba a llover. Samuel llevaba una soga pero al parecer ANAM ha predispuesto cables para ayudar a las personas que desean llegar a la cima. Este lado logró ponerme los pelos de punta. Cuando fue mi turno no sabía de donde agarrarme, dónde poner el pie, buscaba seguridad y a mi lado lo que veía era un precipicio repleto de árboles y del lado contrario otro precipicio, en ese momento sentí miedo, la neblina nos alcanzaba, vimos como corría sobre nuestras cabezas. Agarré duro el cable y subí, después de mi venía Leyda que gritaba que siguiéramos pues quería almorzar en la cima.
Pisamos sobre terreno más seguro y vimos heliconias extrañas, centímetros de musgos, bromelias gigantes, musgos licopodios, flor de labios ardientes, helechos arbóreos, muchas hojas circinadas, y de pronto, un ave motmot sentado sobre la rama de un árbol a la misma altura de nosotros, mirándonos fijamente sin moverse. Más adelante logramos ver una serpiente, al parecer una boa pero nunca logramos ver su cabeza, fue muy emotivo.
El camino se puso mojado, había mucho lodo negro, tuvimos que deslizarnos por debajo de algunos árboles; ya Gabriela y Karla se habían caído en algunas partes. La humedad era alta y el olor a vegetación continua y la permanente descomposición, nos saturaba el olfato. Vimos la misma forma de la montaña, la línea oblicua a un lado y al otro y nosotros en medio.
Nos agarramos de troncos delgados, algunos tenían pequeñas e hirientes espinas; otros, al apretarlos, se deshacían en nuestras manos chorreando agua. En un momento el sendero terminó y vimos ante nuestros ojos una pared de roca para escalar con un cable negro que al parecer sería nuestra ayuda y así fue en tres o cuatro partes hasta que llegamos a la cima. Literalmente la subida no es difícil pero hay que hacerlo con extremo cuidado, pantalones largos que no sean blancos, zapatillas guerrilleras, y es muy necesario llevar agua.
En la cima hay un espacio limpio para sentarse a merendar o disfrutar del paisaje. Es posible ver casi todo el Valle de Antón, dicen que en días claros se puede ver el Mar Caribe y el Pacífico a la vez. En nuestra visita pudimos ver el océano Pacífico, el Cerro Pajita justo al frente, Cerro la India Dormida, Punta Chame, Coronado, todo el pueblo del Valle, toda la galera de Toledano, el área del Cerro Picacho y mucho más.
En la cima hay una estructura de cemento que al parecer funcionó en algún momento como VHF y fue construido alrededor de 1982 por radioaficionados que escogieron el Gaital pues estaban convencidos de que sería un excelente punto para instalar una repetidora de VHF. En esos tiempos subir el Gaital exigía hasta 6 horas de ascenso.
Allá en la cima se escuchaban las gallinas de la galera de Toledano, a 1185 msnm, nos causó un poco de gracia. Sacamos nuestro almuerzo y degustamos contentos por el ascenso. Nos subimos encima de la caseta de VHF y allí encima Samuel se echó a dormir un rato. Desde la altura se veía perfecto el trillo del Cerro Pajita y quedamos con ganas de subirlo.
El Cerro Gaital lo subimos en 2 horas y lo bajamos en 1 hora y 20 minutos pero generalmente se sube en 3 horas, recomiendo subirlo en las horas de la mañana que es muy fresco y es posible ver más animales.
El descenso fue otra historia, quedamos completamente enlodados, no había manera de no hacerlo, si no nos enlodábamos podíamos correr peligro al caernos de las paredes que teníamos que bajar con ayuda del cable. Las vistas eran preciosas, lo que no vimos en el ascenso por cuidar nuestras espaldas, ahora lo veíamos en el descenso de frente. La cadena montañosa voraz, la forma del cerro en una V entrelazada repleta de árboles sin un solo espacio vacío.
Cuando llegamos a la caseta de Anam, caminamos un poco y tomamos un bus de la Mesa que nos dejó en el centro del Valle, y nos fuimos a quitarnos el lodo al sendero de la Piedra Pintada y sus chorros.
¿Que más les puedo decir? definitivamente tenemos que aprovechar las riquezas naturales que nos ofrece el país a tan cortas distancias. El Cerro Gaital es el lugar favorito de muchas personas e incluso es un punto muy importante para los avistadotes de aves, uno de los cerros de mayor magnitud de esta área y muy importante ya que fue declarado Monumento Natural enmarcados según el decreto ejecutivo No.96 de 9 de julio de 2001 como un área protegida de Panamá.
Recuerda como siempre, 0 basura, lo que llevas a la cima lo traes contigo, no ensucies, Valora.
El serpentario del Valle de Antón es un lugar sorprendente en el cual se puede aprender de manera interactiva con estos interesantes reptiles. Encontrar el lugar es fácil: al entrar al Valle de Antón hay que fijarse a la derecha de la calle y verás el letrero que indica la entrada hacia el serpentario.
Emocionados al entrar, se nos olvidó preguntar si había que pagar o pasar por algún protocolo. Dejamos que se retirara el grupo que atendían y con ansias esperamos nuestro turno.
Nos atendió el joven Fernando Sánchez, que muy amablemente nos recibió diciéndonos que notaba nuestro interés y que eso era lo principal, pues estaba algo exhausto de personas que solo llegan a tomarse una foto y listo. Nos comentó que éste es un centro de exhibición y conservación de especies, que a su vez funciona como refugio de serpientes que han sido maltratadas luego de ser domesticas, algunas personas llegan al lugar y dejan la serpiente porque la misma creció demasiado y no contaban con ello, algunas otras personas se encuentran con las serpientes dentro de sus casas e inteligentemente, en vez de matarlas, las llevan al serpentario.
En el lugar se trabaja de manera voluntaria y con mucho amor hacia estos encantadores animales, utilizando los recursos posibles para mantenerlas en un buen estado y dentro de un hábitat cómodo y conforme para ellas.
Fernando nos explicó que en el Valle de Antón se daban muchos casos de serpientes encontradas dentro de las casas y la gente proseguía a exterminarlas por el miedo a que fueran venenosas, pero a partir de que se abrió el lugar, muchas personas antes de matar a las serpientes, llaman al serpentario y ellos se encargan de buscar y traer a la serpiente hasta el centro.
Pudimos ver especies de gran tamaño como la Boa Constrictor, algunas otras como la Boa Arco iris, la Serpiente Tigre, la impresionante y venenosa Toboba de pestañas conocida tambien como Terciopelo de pestañas o Víbora amarilla; tuvimos la oportunidad de ver muy de cerca la famosa Coral, la Margarita, la venenosa Equis, Patoca, entre otras.
Aprendimos a diferenciar entre una coral verdadera y una falsa, así como a saber cuando una serpiente es o no es venenosa, ya sea por su color, tamaño, incluso por la forma de sus ojos y de su nariz.
Luego nuestro anfitrión saco una boa arco iris y la empezó a acariciar. Parecía como tocar al perrito más domesticado, ¡hasta tierna la llegué a ver! Y entonces fue nuestro turno de tomarla y experimentar lo que es en realidad una serpiente. Luego tocamos una boa más grande y pudimos ver los destellos de luz con una linterna que buscó Fernando para que notáramos la diferencia entre una serpiente venenosa (opaca) y una no venenosa (brillante) aunque nos advirtió que esto no es en todos los casos, pues hay algunas, como la coral, que siendo muy brillantes, son extremadamente venenosas.
Y bueno, esto no es nada comparando con la gran cantidad de información que se puede obtener en el serpentario del Valle de Antón, en donde cualquier persona es bienvenida y la entrada solo cuesta $2.00 dólares, y claro, te exhortamos a dejar un granito de arena más, para ayudar a este refugio ecológico sin fines de lucro, que no hace otra cosa que enseñar, informar, y compartir, con el público en general, sus conocimientos para un mejor aprovechamiento y cuidado de las serpientes y la naturaleza en general.
Orquideario del Valle de Antón, Coclé
Hace unas semanas estuvimos por el Valle de Antón y nos encontramos con varios nuevos lugares muy poco visitados dentro del Valle; tuvimos la dicha de llegar hasta el orquideario u orquidáceo llamado por sus siglas APROVACA: Asociación de productores de orquídeas de el Valle y Cabuya, que increíblemente es una asociación NO lucrativa que se dedica básicamente a la conservación de hermosas especies nativas y se estableció el 15 marzo de 2001 con el motivo de proteger especies endémicas de orquídeas en peligro de extinción y de contribuir a la conservación de la biodiversidad excepcional de la región y de la República de Panamá.
La verdad es que llegamos preguntando a los lugareños, pero no hay pérdida para llegar al lugar ya que hay varios carteles que indican su ubicación bastante cerca de la entrada del Valle de Antón.
Aunque aún no han determinado el número exacto, estiman que la República de Panamá es el hogar de por lo menos 1,500 especies de orquídeas, y así se convierte en uno de los países donde se encuentra la mayor variedad de orquídeas en el mundo. No obstante, la destrucción de bosques tropicales, acelerada por el crecimiento reciente y rápido de la economía panameña, está privándoles de su hábitat. Justamente en el Valle, algunos habitantes ilegalmente continúan arrancando especies en peligro del bosque local y las venden en el mercado debido a su situación económica, a precios increíbles. Así, las flores locales se encuentran en una situación verdaderamente crítica.
Esta asociación se mantiene a partir de donaciones de personas e incluso embajadas muy interesadas en este proyecto.
Al llegar nos atendieron muy bien y nos mostraron los distintos animales que hacen daño a las orquídeas, vimos maquetas llenas de insectos e incluso, muchas mariposas preciosas. Nos llevaron a recorrer las distintas áreas, que aunque no muy grandes, cumplen con lo requerido para satisfacer las ganas de saber más acerca de estas flores.
Tienen un espacio especial dedicado a la flor o símbolo nacional de Panamá: la flor del Espíritu Santo. Fue la primera vez que vimos desde cerca esta inigualable y exótica orquídea con su color blanco hueso y esa palomita tan bonita dentro que pareciera que fuese a salir en un vuelo tumultuoso en cualquier momento. Muy emocionante fue poder verla y hasta tocarla, la impresión tiene cabida pues es muy raro, que aún siendo un símbolo de nuestro país, es extraño poder verla de cerca.
Es muy importante destacar que las orquídeas son plantas epifitas, esto quiere decir que crecen sobre otro vegetal usándolo solamente como soporte y no parasitándolo, contrario a lo que piensan muchas personas acerca de las orquídeas; esto quiere decir que crecen independientemente obteniendo únicamente apoyo físico sin embargo pueden desarrollarse tan apretadamente que llegan a dañar la planta anfitriona.
La orquídea es una de las flores más exquisitas y fascinantes en el mundo, tanto así que muchos países han tomado una clase de orquídea como símbolo nacional, este es el caso de nuestro país. Se dice que en 1856, el primer hombre hizo que una Orquídea fuese cultivada.
En APROVACA venden algunas orquídeas horticulturales para la propagación y diseminación al público por precios accesibles. El precio de entrada al centro es de $2.00 los adultos, $1.00 estudiantes y jubilados y $0.75 los menores de quince años. El local está abierto de 9:00 AM a 5:00 PM todos los días inclusive los fines de semana y los días festivos. También ofrecen servicio de cafetería y funciona de 9:00 AM a 4:00 PM.
El Valle es un lugar muy fresco con una gran diversidad de especies tanto en fauna como flora.
ResponderEliminarEl Valle es un lugar muy fresco con una gran diversidad de especies tanto en fauna como flora.
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